jueves, 25 de noviembre de 2010

CASO CLÍNICO UNIQUINDIO

ESCRITO POR: Sebastián Peláez García
Alumno Universidad del Quindío, Medicina 2010


TUMOR CEREBRAL: CASO DE MUERTE REAL

Rodrigo Peláez, un caso clínico de cáncer cerebral en la región occipital y sus complicaciones. 

El cáncer es uno de los mayores problemas epidemiológicos a nivel mundial, ocupando uno de los mayores lugares en morbi-mortalidad en todos los continentes; el cáncer cerebral es un tipo de tumor maligno, que dependiendo de su naturaleza puede o no ser agresivo y tiene la capacidad de realizar metástasis, característica propia de casi todas las neoplasias, exceptuando pocos casos, como ciertos tumores del sistema nervioso central. Rodrigo Peláez Hurtado, de 62 años de edad, procedente de Cartago, Colombia, fue diagnosticado con cáncer cerebral en el lóbulo occipital derecho hacia abril de 2008. Su tratamiento fue manejado con radio y quimioterapias durante los primeros 2 años de la enfermedad; también fue sometido a 2 neurocirugías con el fin de retirar el tejido neoplásico. Sin embargo, no fue el tratamiento médico como tal el que le alargó la vida, sino el tratamiento con medicamentos alternativos a base de veneno de escorpión azul, traído desde Cuba, pues las cirugías convencionales, a largo plazo, le generaron hemiplejia de la región izquierda; además, la radiación le ocasionó hidrocefalia a causa del daño producido a las válvulas cerebrales; no obstante, las complicaciones fueron mayores que los beneficios y el paciente murió hacia abril de 2010. 

Entrando en materia, Rodrigo Peláez Hurtado, paciente de 62 años procedente de Cartago, vivía con su esposa en la zona urbana de la ciudad, en su casa propia y alcanzó a culminar estudios en el nivel de bachillerato. El hallazgo inicial fue incidental; la actividad física que realizaba en esos momentos ayudando en las labores domésticas en su finca, en zona rural de Cartago, fue el ambiente propicio para golpearse accidentalmente la cabeza, lo cual desencadenó una serie de eventos a los cuales inicialmente se le atribuyeron síntomas como desorientación y confusión. Sin embargo, con el pasar de los días, y diferentes pruebas diagnósticas, se llegó a la conclusión de la existencia de una masa en el cerebro causante de las molestias. 

La sintomatología inicial fue progresivamente de leve a severa, por lo que necesitó intervención médica; al principio, el paciente solo refería malestar general, mareos, cefaleas, nauseas, pero posteriormente evolucionó a síntomas que comprometían el sistema nervioso central, en la región encefálica. Fue entonces cuando, al acudir al personal médico hacia mayo de 2008 del Hospital Sagrado Corazón de Jesús de la ciudad de Cartago, se le realizó una Tomografía Axial Computarizada (TAC) (Figura 1), se descubrió una masa en la región occipital derecha, la cual, después de realizarle varios exámenes, se diagnóstico como cáncer. El pronóstico inicial fue algo prometedor, pues al localizarse en esta sección, y por la naturaleza del mismo, no tenía capacidad de realizar metástasis, por lo que se vio aislado sólo a su sitio de origen; pero lo anterior también planteó un problema: el tumor se localizaba en un punto vital, y cada vez que crecía más y más, comprometía estructuras necesarias para el funcionamiento del organismo, por lo que se tuvo que operar en más de una ocasión para retirar la masa que causaba cada vez más daño, por lo cual el pronóstico cada vez se fue complicando más y más, tornándose de, inicialmente bueno, a malo. 

Figura 1. Tomografía Axial Computarizada en donde se muestra tumor en la región occipital del cerebro.

Posiblemente el tumor como tal se haya creado por una predisposición genética, aunque, en contraste a esto, el paciente no refería antecedentes de neoplasias malignas en sistema nervioso central en su familia cercana. Pero, para corroborar la tesis de que no necesariamente los tumores primarios del sistema nervioso tienen predisposición genética, Uribe, Arana y Lorenzana (2010) afirman que “sólo un 5% de los pacientes con tumores primarios tienen síndromes genéticos”, y además, aseguran que “en los gliomas pueden jugar algún papel el contacto con petro o agroquímicos, radiación, consumo de nitrosaminas, el gas radón y las ondas electromagnéticas”. En el caso de Rodrigo, no se presentaban antecedentes importantes, o al menos que fueran descritos, de ninguno de los anteriores acontecimientos; sin embargo, puede que en algún momento de su vida haya estado expuesto a estos, lo que pudo ocasionar el desarrollo del tumor. Claro está que, simplemente se plantea como una posible hipótesis. 

Ahora bien, según Mitchell, Kumar, Abbas y Fausto (2007), en el caso de los tumores cerebrales, “la capacidad para extirpar la neoplasia quirúrgicamente puede verse restringida por características funcionales y anatómicas”. Además, en cuanto a patrones de crecimiento y patrones de diseminación, se afirma que la mayoría de gliomas se comportan como malignos, sin importar su corte histológico e invaden grandes regiones del cerebro. Sin embargo, rara vez hacen metástasis fuera del sistema nervioso central, incluso en los más agresivos. Lo anterior, en el caso del paciente estudiado, fue totalmente acertado, pues el tumor original no realizó metástasis pero la zona de compromiso a nivel nervioso le causó muchas disfunciones fisiológicas y a la hora de realizar la neurocirugía.

Sin embargo, no sólo en cuestión de la fisiopatología de la enfermedad como tal radica el problema. El tratamiento farmacológico y en este caso específico, la exposición a radiación, principalmente, fueron los desencadenantes de las complicaciones más graves del paciente. Tanto así que Fauci, Kasper, Braunwald, Hauser, Longo, Jamerson y Loscalzo (2009), revelan la importancia de la sintomatología del paciente tratado con esta terapia, resaltando el deber del médico durante el proceso. A pesar de esto, afirman que “lo más probable es que las víctimas que lleguen al hospital quejándose de vómito, debilidad extrema, nausea, diarrea o convulsiones no sobrevivan a pesar de que se les aplique medidas de apoyo”. 

Lo anterior no significa del todo que el tratamiento contra el cáncer esté mal aplicado; todo lo contrario, se ha demostrado una gran mejoría en los pacientes con cáncer al ser expuestos a dichas terapias y un notable alargamiento en su tiempo de vida. No obstante, la calidad de vida del paciente como tal sigue siendo preocupante. Las terapias con fármacos citotóxicos están en su mayor auge, prescribiéndose en gran parte de los pacientes con neoplasias malignas, pero como afirma Brunton (2007), “si bien creció la variedad de sus aplicaciones, pocos medicamentos tienen un índice terapéutico más estrecho y mayor posibilidad de causar efectos secundarios”. Lo anterior se traduce en las reacciones adversas ocasionadas, ya no sólo por la radiación y exposición a ella, sino a la quimioterapia como tal, causando daños irreversibles en el organismo del paciente. 

Como referentes podemos tomar otros casos clínicos de la misma patología o enfermedades similares; por ejemplo, un caso clínico presentado en Barcelona, España, de un paciente de 42 años con historia breve de trastorno de la marcha y cefalea; la resonancia magnética cerebral mostró una lesión de unos 4 cm de diámetro, sólida y quística, con edema, en hemisferio cerebeloso derecho. Su impresión diagnóstica fue neoplasia cerebral; se realizó neurocirugía de extirpación y se logró extraer un Glioblastoma multiforme con p53 positiva; p53 es un gen que ayuda a detener el crecimiento desordenado de las células, al ser un freno en el ciclo celular, en la fase G2-M, de manera previa a la mitosis. Como acotación final, el tratamiento inicial es quirúrgico pero las supervivencias son cortas a pesar de la radioterapia y del uso de nuevos quimioterápicos como la Temozolomida.

En otro caso aproximado a la región y enfocado de una manera diferente, tenemos a un paciente masculino de 34 años, de procedencia rural de Pereira, Colombia, de ocupación cocinero, el cual aproximadamente 14 años antes a su ingreso inicia cuadro de percepción de olores desagradables, seguido de contracción tónica de los dedos de la mano izquierda con progresivo ascenso por todo el miembro hasta el hombro del mismo lado, al llegar a la cara, además sufría pérdida del conocimiento, seguido de contracciones tónico–clónicas generalizadas breves, sin relajación esfinteriana, recuperando la conciencia en un plazo de tiempo no mayor de 5 a 6 minutos, no recordando lo sucedido, quedando luego sensación de cansancio y somnolencia, con cefalea frontal de moderada intensidad que se presentaban con una frecuencia aproximada de 1 vez por mes. Desde sus inicios se diagnosticó como epilepsia y recibió tratamiento con fenobarbital, sin variaciones de sus características iniciales; mantuvo esta terapéutica por espacio de 4 años suspendiéndolo sin prescripción médica; además se recoge el antecedente de trauma craneal en región occipital sin pérdida de conocimiento, al lanzarse desde un paracaídas en el año 1991. El diagnóstico final fue un meningioma en región occipital, y su tratamiento fue netamente quirúrgico seguido de radioterapias progresivas, concluyendo con la curación total del paciente. 

No obstante, no todos los casos se presentan solamente bajo los mismos parámetros; como ejemplo a esto, tenemos el caso clínico de una niña de 7 años, originaria de Monterrey, México, cuya sintomatología inicial fue pérdida de la memoria y convulsiones intermitentes; al examen físico presenta equimosis periorbitaria bilateral, y personalidad irritable. La impresión diagnóstica inicial fue tumor de base de cráneo y maltrato infantil, sin embrago, se realizan exámenes paraclínicos, en los cuales, los datos positivos se presentaron al realizar el mielograma que mostraba celularidad normal, 90% de células mononucleares con escaso citoplasma, sin nucleolo, cromatina laxa, algunos en acúmulos celulares, compatible con infiltración de células de neuroblastoma, y se halla masa a nivel de base de cráneo y las órbitas por medio de TAC (Figura 1); con estos exámenes se diagnostica neuroblastoma, el cual se origina de las células primordiales de la cresta neural que durante la embriogénesis migran para formar la glándula suprarrenal y los ganglios simpáticos del sistema nervioso simpático; pueden presentarse en cualquier sitio del sistema nervioso simpático, con inclusión de cerebro, cuello, mediastino, pelvis ganglios simpáticos paraaórticos y glándula suprarrenal. La patología se trató con cirugía, quimioterapia y radioterapia. Sin embargo, la paciente no logró sobrevivir al tratamiento.


 Figura 1. TAC que muestra una imagen hiperdensa retroorbitaria que causa protrusión del globo ocular.

Concomitante con lo anterior, cabe reasltar entonces que la mortalidad por tumores cerebrales representa el 2,4 % de las muertes por cáncer en EEUU; en niños es la segunda causa específica de muerte. En nuestro país, durante el año 2001 se registraron un total de 191.513 defunciones en Colombia, de las cuales 115.573 (58.6%) eran hombres, para una razón de 1.52 por cada mujer. Por tanto, epidemiológicamente, es un problema grave de salud pública asociado a trastornos crónicos.

En el estudio de 2001, último estudio certificado de la defunción por cáncer en el país, en total se encontraron 28.279 registros de personas muertas por cáncer como causa básica, que representan el 14.7% de todas las muertes en el país y una tasa de 65.7/100.000 habitantes, cifras muy similares a las del año anterior (Figura 2). Al respecto del género, la situación fue la siguiente: en los hombres, se registraron 13.940 fallecimientos por cáncer, representando el 12.1% de todas las muertes y una tasa de 65.4/100.000; mientras que en las mujeres el número de fallecimientos por cáncer fue de 14.339, que son el 18.9% del total de muertes y una tasa de 66/100.000, cifras también muy similares al año anterior. No obstante, para estadísticas prácticas con relación a resultados, se compararán también los datos arrojados en los estudios realizados desde el año 1985 hasta el año 1999.

Sin embargo, en el estudio epidemiológico por grupos de edad hacia el año de 1999 (Tabla 1), se demostró que la edad que más representa un aumento en el número de casos presentados es a partir de los 40 años. No obstante, dicha tendencia aumenta directamente proporcional a la edad; es decir, aunque hay una baja en algunos grupos de edad, como el de 45 a 49, se nota una elevada tendencia a la mortalidad por neoplasias en los pacientes en los grupos más etarios; además, como se muestra también en la Gráfica 1, el sexo tiene un papel epidemiológico clave a la hora de presentar la enfermedad, en el cual se muestra una mayor tendencia a la patología en hombres. En el caso de Rodrigo, que se encuentra en el rango de 60 a 64, hay una tasa de mortalidad por habitantes de 4,64, lo que indica una alta probabilidad de padecer esta enfermedad y morir a causa de ella, lo que se considera como factor de riesgo importante en la patología que sufrió. 


Tabla 1. Estudio epidemiológico de mortalidad por cáncer hasta 1999 por grupos de edad. 


Gráfica 1. Se aprecia un aumento de la tendencia a la mortalidad por tumores malignos primarios del encéfalo tanto en hombres como en mujeres.

Con todos los datos anteriores podemos entonces concluir varios aspectos claves: por la localización inicial del tumor, fue muy difícil extirparlo o suprimirlo totalmente, lo que complicó mucho más el tratamiento, desencadenando finalmente en la muerte. Sin embargo, creo que si el tratamiento hubiese estado enfocado desde un principio hacia la alternativa farmacológica del medicamento a base de escorpión azul, las cosas se hubieran podido tornar algo diferentes. No estoy diciendo que no se debe tener un seguimiento de medicamentos que sirvan y sean efectivos contra el cáncer en un paciente de este tipo, como son las quimioterapias y radioterapias; sin embargo, con la evolución positiva que tuve Rodrigo al consumir este medicamento, es una prueba bastante diciente de la efectividad del mismo. Al fin de cuentas, la medicina tradicional, en este caso aislado, aunque sé que en muchos más casos pasa igual, produjo muchos más problemas de los que ya habían en el momento, lo que en verdad nos pone a cuestionar la acción de dichos tratamientos.

Sin embargo, es apenas obvio que cada paciente es un caso aislado y específico, y las patologías, por comunes que sean, deben ser tratadas de diferentes formas conforme a las necesidades del paciente. Cabe poner en tela de juicio entonces la verdadera finalidad del tratamiento citotóxico frente a algunas patologías, y si en algunos casos pudiera hacer más daño del que ya está establecido, como es el caso de Rodrigo Peláez, el paciente estudiado.

BIBLIOGRAFÍA

·         Brunton, Laurence (2007). Goodman y Gilman Las Bases Farmacológicas de la terapéutica. México D.F. McGraw – Hill Interamericana Editores. 11° edición. Página 1315. 

·         Fauci, Anthony; Kasper, Dennis; Braunwald, Eugene; Hauser, Sthepen; Longo, Dan; Jamerson, Larry; Loscalzo, Joseph (2009). Harrison Principios de Medicina Interna. México D.F. McGraw – Hill Interamericana Editores. 17° edición. Vol. 1. Página 1364.

·         Mitchell, Richard; Kumar, Vinay; Abbas, Abul; Fausto, Nelson (2007). Robbins y Cotran Patología Estructural y Funcional. Elsevier España, S.A., Madrid 7° edición. 

·         Uribe, Carlos, Arana, Abraham, Lorenzana, Pablo (2010). Fundamentos de Medicina: Neurología. Corporación para investigaciones biológicas, CIB. Medellín. 7° edición. Página 611.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Estadísticas de cáncer cerebral

INTRODUCCIÓN 

La mortalidad por tumores cerebrales representa el 2,4 % de las muertes por cáncer en EEUU; en niños es la segunda causa específica de muerte. En nuestro país, durante el año 2001 se registraron un total de 191.513 defunciones en Colombia, de las cuales 115.573 (58.6%) eran hombres, para una razón de 1.52 por cada mujer. Fueron eliminados del presente análisis 22 certificados por carecer de información respecto del género, para un total de 191.491 defunciones en los análisis de esta investigación.

En el estudio de 2001, último estudio certificado de la defunción por cáncer en el país, en total se encontraron 28.279 registros de personas muertas por cáncer como causa básica, que representan el 14.7% de todas las muertes en el país y una tasa de 65.7/100.000 habitantes, cifras muy similares a las del año anterior. Al respecto del género, la situación fue la siguiente: en los hombres, se registraron 13.940 fallecimientos por cáncer, representando el 12.1% de todas las muertes y una tasa de 65.4/100.000; mientras que en las mujeres el número de fallecimientos por cáncer fue de 14.339, que son el 18.9% del total de muertes y una tasa de 66/100.000, cifras también muy similares al año anterior. No obstante, para estadísticas prácticas con relación a resultados, se compararán también los datos arrojados en los estudios realizados desde el año 1985 hasta el año 1999.



Los métodos diagnósticos para determinar los tumores cerebrales son de alto costo (tomografía cerebral y resonancia magnética cerebral) y no existe un método de tamizaje de laboratorio que facilite el proceso de diagnóstico; la mayor parte de los estudios corresponden a series de casos clínicos y no poblacionales. En los tumores cerebrales se llega al diagnóstico por su sintomatología y muy escasamente pueden aparecer como hallazgo incidental en exámenes hechos por otros propósitos diagnósticos. En las últimas décadas se ha descrito en varios países un aumento de la incidencia por tumores primarios del sistema nervioso central (SNC) especialmente debido al mejoramiento y la generalización en la detección de estos tumores con técnicas de imagen como la tomografía axial computarizada (TAC) y la resonancia magnética (RM).

MATERIAL Y MÉTODO
 
Estudio descriptivo y correlacional hecho sobre el cálculo de tasas de mortalidad de datos obtenidos en los índices demográficos de Colombia, entre los años 1985 a 1999. Se usaron las categorías 191,0 a 191,9 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-9) y C71.0 a C71.9 de la CIE-10. Se utilizó la población de Colombia de los años estudiados, ajustándose a la población de 1999. Se calcularon tasas específicas por edad y sexo utilizando método directo de ajuste de tasas.



RESULTADOS

Se recopilaron 2.304 TCM. Las tasas específicas por sexo varían entre 0, 90 (año 1986) y 1,74 (año 1996) por 100.000 en sexo masculino y 0,70 (año 1988) a 1,22 (año 1998) en las mujeres.



El estudio de los grupos etarios no demostró aumento significativo en aquellos de 44 o menos, excepto en el subgrupo de 35 a 39 años, en éste subgrupo se encontró un aumento estadísticamente significativo al igual que en todos los grupos etarios de mayores de 44. En grupos de 40 a 44 años las cifras comienzan a ascender a cifras de 0,28 (1989) a 1,94 (1995). Entre los grupos etarios de 45 años y más la tendencia es estadísticamente significativa para cada grupo etario. En los grupos mayores de 70 se encuentran cifras más altas llegando a valores de hasta 8,14 por 100.000 en 1996.



ESTADÍSTICAS DIFERENCIALES POR EDAD



Figura 1. Se aprecia un aumento de la tendencia a la mortalidad por tumores malignos primarios del encéfalo tanto en hombres como en mujeres.



Figura 2. No existe un claro aumento de la mortalidad en los grupos menores de 14 años.



Figura 3. Claro aumento de la tendencia en la mortalidad sobre los 45 años.



Figura 4. Existe una tendencia estadísticamente significativa sobre los 60 años.

ANÁLISIS

Las tasas de incidencia de los tumores cerebrales malignos y benignos primarios del SNC en EE.UU. son de alrededor de 11,4 casos por 100.000 persona-año (4,2 por 100.000 persona-año para benignos y 6,8 por 100.000 persona-año para malignos. La cifra es más alta en hombres que en mujeres (11,8 versus 11,0 por 100.000 persona-año). En Colombia, no existen trabajos sobre incidencia en tumores cerebrales y sólo un porcentaje muy bajo de ellos puede completar tratamiento con radioterapia y quimioterapia. La ausencia de centros especializados en neuropatología hace aún más inciertos los diagnósticos neuropatológicos de los pacientes en nuestro medio. Teniendo presente éstas limitaciones podríamos decir que las cifras encontradas en mortalidad de tumores malignos (1,5 por 100.000) podrían ser muy similares a las encontradas en incidencia.

En EE.UU., se encontró un incremento de las tasas de mortalidad por tumores cerebrales primarios malignos desde 1973 a 0,7% por año, explicado por el aumento también de la incidencia de 1,2% por año. El aumento de las cifras de incidencia y mortalidad de los tumores malignos se da especialmente en los grupos de 65 años y más aumentando hasta 2,5% por año desde 1980. Este incremento en la mortalidad se debería al crecimiento exponencial en el número de TAC entre los años 1975 y 1977, asociándose a la introducción de ésta nueva tecnología. La introducción de la TAC y la RM serían responsables al menos en un 20% del incremento de los tumores de cerebro en conjunto con otros factores. La aparición del SIDA y su consiguiente aumento de los linfomas intracerebrales, puede contribuir al aumento de la incidencia de tumores cerebrales malignos, como también los cambios que han ocurrido en la clasificación de los tumores cerebrales primarios. Éste punto aun no está dilucidado. En Colombia, la tomografía se introdujo masivamente durante la década del 90, por lo que el factor de diagnóstico sería menos significativo.

Utilizando data de Connecticut Tumor Registry, Shoemberg encontró una tasa de incidencia en tumores cerebrales benignos y malignos de 5,9 por 100.000 entre 1955 y 1964. Un estudio reciente de Karatsu, en Japón, encontró una incidencia de todos los tumores cerebrales de 10,97 por 100.000 (tasa ajustada por edad) siendo más prevalentes en las edades extremas de la vida, 5% menores de 15 y 22,5% mayores de 70 años. En Inglaterra e Irlanda la incidencia de todos los tumores cerebrales es de 21 por 100.000 persona año.

En el presente trabajo aparece una tendencia creciente a la mortalidad, en los grupos etarios de 35 a 39 años y sobre los 45 años, especialmente notorio en los mayores de 65 años, lo que concuerda con la literatura americana donde ocupa la cuarta causa específica de muerte por cáncer en hombres de 35 a 54 años.
Es aún controvertida la estimación que existe una tendencia al aumento de la incidencia de tumores primarios cerebrales especialmente en niños y adultos mayores a través de todo el mundo en las últimas décadas, siendo la segunda causa tumoral en los niños después de la leucemia. En el presente trabajo no encontramos aumento de la tendencia a la mortalidad en niños menores de 15 años y adultos menores de 35 años. La equivalencia de incidencia y mortalidad en niños es menos significativa en tumores malignos cerebrales, los niños tienen mejor pronóstico y el comportamiento biológico de los tumores es diferente.

La mayor parte de trabajos en tumores cerebrales se basan en estudios de series de casos y a través de ello se estiman incidencias y los estudios de incidencia se obtienen a través de datos de Registro de Cáncer; Kaatsch en Alemania entre los años 1990 a 1999 registró 3268 tumores cerebrales intracraneales e intraespinales en niños hasta los 15 años entregando una cifra de 2,6 por 100.000; comparable a las cifras de otros países que oscilan entre 1,7 a 4,1 por 100.000, siendo los más frecuentes los astrocitomas (41,7%), meduloblastoma (18,1%) ependimoma (10,4%) tumores neuroectodérmicos primarios (6,7%) y craneofaringioma (4,4%). La sobrevida a 5 años fue de 64 %.

En EE.UU., Ashan estudió tasas por edad y sexo para cada tipo específico de tumor cerebral y encontró un claro aumento de la incidencia, para todos los tipos de tumores con la edad. La tendencia comparada entre los períodos 1981-1982 y 1989 a 1990 también aumentaba 5,6 veces.

David FG y Cols utilizando el Central Brain Tumor Registry en EE.UU., utilizando tasas específicas por edad y curvas de sobrevida entre 1985 a 1994 encontró incidencia de 13,8 por 100.000 y una prevalencia para el año 2000 de 130,8 por 100.000 para todos los tumores cerebrales. La sobrevida a 2 años fue de 58%, a 5 años de 49% y a 10 años de 38 %, calculando que 350.000 individuos viven con el diagnóstico de tumor cerebral en el año 2000. La prevalencia para tumores malignos fue de 29,5 por 100.000 y de 97,5 por 100.000 para benignos.


La creación de un registro de tumores cerebrales y la realización de conferencias y de consenso en definición y clasificación de tumores cerebrales, ha permitido una mejor vigilancia de los tumores cerebrales en el análisis de sobrevida, vigilancia epidemiológica y evaluación de terapéuticas en EE.UU. y otros países del mundo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Tom: Las aventuras de un pulpo escrita con su tinta


Había una vez un pulpo llamado Tom. Era el más llamativo de todos los pulpos de su familia. Tenía largos tentáculos que se extendían a lo largo del agua con un tono morado brillante, adornado con manchas rosadas y verdes. Además de todas las características físicas, Tom era el más amable y cordial de todos los pulpos del Océano Pacífico. El pulpo viajaba cada día junto a su familia, y, tras varios  meses de viaje, llegaron a Colombia donde conocieron a otra familia de pulpos muy amables que los acogió, con los cuales compartieron varios días.
Uno de esos días ellos estaban disfrutando del mar, cuando a lo lejos vieron que se acercaba un barco, en el que venían unos marineros con sus mascotas, unos micos ladrones. Ambas familias de pulpos tenían un cofre de reliquias y los micos los vieron. Tom le dijo a ambas familias que se alejaran del barco. Sin embargo, los micos se sumergieron a robar los cofres, porque sabían nadar, pero Tom no podía permitirlo; entonces nadó hasta la playa y contactó al elefante Rosado, que era conocido por ser el mejor policía de la zona. Rosado llevaba casi toda una vida trabajando para la policía del Amazonas. Entre Tom y Rosado emprendieron un plan para darle captura a los micos ladrones.

Tuvieron que atravesar casi toda la selva preguntando e indagando acerca de estos malhechores. En el camino, Tom conoció a una linda pulpa la cual, por un maleficio de una bruja, había sido condenada a vivir en el agua de los ríos del Amazonas, privándola de la belleza y compañía del océano. Tom se enamoró perdidamente de la pulpa, cuyo nombre era Juana. Todo marchaba bien en su relación; pero ¡já! Como no todo es felicidad, un día decidieron ir a la playa porque tenían que comprar unas cosas para el matrimonio.
Sin embargo, para la despedida de soltero, Tom se fue para un burdel donde conoció a unas gatas bitches las cuales eran muy vagabundas, y le dijeron: “Uy papi, quien fuera cazuela para tenerte nadando en mi”; el pulpo, casi cede ante las felinezcas proposiciones, pero llegó Rosado, con su acento colombiano, y le dijo: “Parcero, ¿cómo le va a hacer eso a Juana?” y Tom reflexionó y salió del burdel para la iglesia donde contactó al sacerdote Pingüi para que lo casara con Juana. Pero, durante la boda, Juana, aún con su maleficio, dio el “Sí, acepto”, y cayó sin vida entre los tentáculos de Tom, pues si aquella maldición no se quitaba antes de unirse en matrimonio, su vida se apagaría…

martes, 17 de agosto de 2010

Tumor cerebral: Un caso de la vida y muerte real

Hace más de 2 años, en abril del 2008, Rodrigo Peláez Hurtado, mi abuelo, fue diagnosticado con un tumor en la región occipital del cerebro; el pronóstico inicial no fue nada favorable: 6 meses de vida. Sin embargo, y gracias a los diferentes tipos de tratamientos que se le suministraron, su tiempo vital se alargó de 6 meses a casi 2 años, en los que sufrió más que una diaria lucha por sobrevivir y no desmejorar, la cual, el 20 de abril del presente año, perdió.


El objetivo de este blog es decribir todos los procedimientos tenidos en cuenta a la hora de tratar salvar la vida de mi abuelo: los diagnósticos, los tratamientos, las visitas medicas, los medicamentos, los tratamientos no farmacológicos (que jugaron papel crucial en este caso), y un recorrido a lo largo de su enfermedad terminal.